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“La angustia, un miedo sin objeto, es el estado de ánimo que se caracteriza por revelarnos la nada.”

10 de junio de 2014

Beatriz González Rodríguez, tutora de Máster en la UNED, especialista en Fenomenología y Filosofía de la Existencia; durante su charla entorno a la frase “La angustia revela la nada” de Heidegger.

Beatriz González Rodríguez es licenciada en Filosofía, Antropología y Teoría de la Literatura, atesora estudios avanzados sobre la Filosofía Existencial de Martin Heidegger. Ha impartido la novena charla del ciclo Las frases de los filósofos, que tiene lugar en el Centro asociado UNED de Coruña de febrero a mayo de 2014.

La frase en esta ocasión ha sido: “La angustia revela la nada”de Heidegger. La charla ha podido seguirse tanto de forma presencial como por streaming.

P. Bienvenida al centro asociado y muchas gracias por la charla que acaba de dar. Su frase no es de las más famosas que se han explicado hasta ahora. ¿Podría decirnos en qué contexto surge y qué significa?

R. El contexto inmediato, es decir, el texto de donde está tomada esa frase, es la conferencia “¿Qué es metafísica”, que Heidegger pronuncia en la Universidad de Friburgo el 24 de julio de 1929, siendo ya un filósofo reconocido. El texto de la conferencia es publicado ese mismo año. Y dos años antes aparecía su obra más importante, “Ser y tiempo”, de la cual pueden considerarse ampliaciones y aclaraciones tanto “¿Qué es metafísica?” como otros textos que van apareciendo hasta la segunda guerra mundial. En particular, existe una línea de desarrollo que va de los parágrafos 40-41 de “Ser y tiempo” al “¿Qué es metafísica?” Estaríamos en todo caso dentro de lo que posteriormente se ha llamado filosofía del primer Heidegger.

Hay más filósofos de la existencia. Jean-Paul Sartre o Gabriel Marcel en Francia y Karl Jaspers en Alemania son también autores representativos de ese movimiento, que incluso sobrepasa la filosofía y se convierte en “existencialismo”, movimiento cultural propiode la Europa de entreguerras. Todos estos autores crecen con la primera guerra mundial y padecen la segunda, de modo que términos como la angustia o la nada son sintomáticos de las preocupaciones de aquella forma de hacer filosofía. El contexto histórico es el de una Europa desolada por las guerras, que dudaba de las soluciones políticas y científicas que había heredado del siglo XIX, por ello no es de extrañar que los pensadores del XIX que se recuperan no sean los herederos de la Ilustración y el progreso, sino autores como Kierkegaard o Nietzsche, .

P. ¿Y en cuanto al significado de la frase? Parece querer decir, al menos literalmente, que en los momentos de angustia nada importa ya.

R. De una forma muy aproximada puede que sí. Pero esa explicación no hace justicia ni al enfoque teórico de Heidegger ni a las consecuencias que tiene el pensamiento contenido en la frase. Para elaborar mi respuesta me gustaría leer primero los párrafos que aparecen justo antes y justo después de “La angustia revela la nada”, que por cierto es una frase suelta entre dos párrafos más largos, lo que da una idea de la importancia que quiso darle Heidegger.

El párrafo anterior dice: “Decimos que en la angustia «se siente uno extraño» ¿Qué significan el «se» y el «uno»? No podemos decir ante qué se siente uno extraño. Uno se siente así en conjunto. Todas las cosas y nosotros mismos nos hundimos en la indiferencia. Pero esto, no en el sentido de una mera desaparición, sino en el sentido de que, cuando se apartan como tales, las cosas se vuelven hacia nosotros. Este apartarse de lo ente en su totalidad, que nos acosa y rodea en la angustia, nos aplasta y oprime. No nos queda ningún apoyo. Cuando lo ente se escapa y desvanece, sólo queda y sólo nos sobrecoge ese «ningún».”

Y en el párrafo siguiente: “«Estamos suspensos» en la angustia. Dicho más claramente: es la angustia la que nos mantiene en suspenso, porque es ella la que hace que escape lo ente en su totalidad. Ése es el motivo por el que nosotros mismos ‒estos existentes seres humanos‒ nos escapamos junto con lo ente en medio de lo ente. Y por eso, en el fondo, no «me» siento o no «te» sientes extraño, sino que «uno» se siente así. Aquí, en la conmoción que atraviesa todo ese estar suspenso, en el que uno no se puede asir a nada, ya sólo queda el puro ser-aquí.”

Hay que abordar tres asuntos: qué significa que es “uno” quien se angustia, qué es exactamente la angustia y qué se entiende por nada. Con ese orden de ideas he tratado de acercar al público a la frase de Heidegger.

P. Empecemos entonces por ese uno que se siente extraño en la angustia…

R. Sí. Hay que tener en cuenta que Heidegger no dice: yo me siento extraño, alguien determinado se siente extraño, etcétera. Utiliza conscientemente el pronombre indefinido “uno”, que en alemán se escribe “man”. ¿Por qué? Quizá sea necesaria una pequeña aclaración. Heidegger evita, dentro de lo posible, utilizar ciertos conceptos que, a lo largo de la historia de la filosofía, se han llenado de prejuicios que ocultan su sentido originario. De ahí la famosa jerga heideggeriana. Pues bien, uno de estos conceptos a evitar es el de hombre, al que denomina Dasein(existencia, en español), aunque traducido de muy diversas maneras.

Para Heidegger, el modo de ser de este Dasein que es el hombre es el ser en el mundo y desde este modo de ser debe ser comprendido. Además, nos dice Heidegger que el Dasein es en el mundo, bien en la propiedad, bien en la impropiedad. Y aquí nos encontramos con el uno. Podríamos decir que “Ser y tiempo” nos cuenta el camino del Dasein impropio hacia la propiedad de la existencia, hacia la recuperación de su “sí mismo”. El Dasein se encuentra en el mundo en la impropiedad de la existencia, dominado por la masa, si queremos utilizar términos orteguianos, quizá más claros que los heideggerianos. Esta masa orteguiana es el uno en Heidegger. Para poder escapar de este dominio, es necesario que el Dasein se encuentre en un estado de ánimo especial, capaz de hacer tambalearse al uno, permitiendo una fractura en su dictadura que permita vislumbrar la posibilidad de la existencia propia.

P. ¿La angustia es pues uno de esos estados de ánimo?

R. Efectivamente, la angustia es el estado de ánimo que se caracteriza por revelarnos la nada. Pero que esa sea su característica ontológica no implica que reconozcamos la angustia de esa manera. Más bien la reconocemos por ser un tipo particular de miedo, un miedo sin objeto. Uno generalmente tiene miedo de esto o aquello, pero en la angustia uno tiene miedo de todo y nada a la vez, nada en particular le está provocando la angustia; sin embargo, uno se siente completamente amenazado en la angustia, y lo que le amenaza está tan cerca que corta la respiración. ¿Pero qué puede ser lo amenazante en el estado de ánimo de la angustia?

P. La nada, supongo… ¿Pero qué es la nada?

R. Heidegger la define como la completa negación de la totalidad de lo ente, es decir, de las cosas del mundo. Con lo cual no es ausencia, porque ausencia implica ausencia de algo determinado. Pero lo interesante en este planteamiento no es tanto la determinación metafísica de la nada (su comparación con el no-ser, el vacío, la ausencia, la negación… o lo paradójico de que la nada pueda ser algo) como el modo en que nos relacionamos con la nada, eso que Heidegger llama “experiencia fundamental de la nada”. ¿Qué nos revela esa experiencia?

Dice Heidegger: “sólo en la clara noche de la nada de la angustia surge por fin la originaria apertura de lo ente como tal: que es ente y no nada”.

Así, el Dasein se comprende no solamente como siendo en el mundo, sino también como posibilidad. No es un ente acabado sino que existiendo debe hacerse a sí mismo, asumir el compromiso de ser responsable de su sí mismo. Claro que esto no es fácil. Con la angustia se abre la posibilidad de la existencia propia pero el camino no acaba aquí. Es necesaria la atestiguación de la posibilidad de la existencia propia. Aquí Heidegger nos habla de la conciencia que, sin decir nada, llama al Dasein a hacerse cargo de sí mismo. La vocación de la conciencia, fundamental en el camino hacia la propiedad, es la llamada del propio Dasein a hacerse cargo de sí mismo. Escuchar la llamada y decidirse a asumir esta responsabilidad es la primera elección del Dasein, elección que debe tomar en libertad, fuera de las ataduras del uno, trascendiendo el propio mundo hacia sí mismo, incluso, si queremos ir un poco más allá, hacia ese sí mismo que aún no es. Pero para poder entender esto mejor deberíamos hablar de la comprensión heideggeriana de la muerte, el problema de la trascendencia, etc. Tal vez estos temas los podemos dejar para otra ocasión.

P. Por ahora, desde luego, es más que suficiente. Gracias por ayudarnos a aclarar el sentido de esa frase tan misteriosa.

R. Gracias a vosotros por haberme invitado al ciclo.

Texto e imagen: Julio Ostalé García. Profesor tutor del Centro Asociado UNED-A Coruña y director del ciclo.

Página web del Ciclo "Las frases de los filósofos"

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