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Campus UNED

Clausurado el Curso de Verano

4 de julio de 2014

Última jornada para los 150 alumnos matriculados.

9:30 horas de la mañana y Manuel Roca Poveda, primer ponente de la última jornada del Curso de Verano en Centro de Teixeiro, comenzaba su exposición: “Relación jurídico penitenciaria, enfermedad mental y discapacidad intelectual.” Roca es subdirector de Tratamiento en el Centro Penitenciario de Segovia y profesor tutor de Derecho Penal en el Centro Asociado de Segovia.

“Los molestos para la comunidad, acaban en prisión”, -sentenciaba- haciendo referencia al cierre de los psiquiátricos y a la vuelta de estos enfermos a prisión al tiempo que mencionaba a Cervantes: “la cárcel es ese sitio donde toda incomodidad tiene su asiento”. En torno a este tema hay que diferenciar, cuando se habla de enfermedad mental, que se trata de una cuestión de salud y cuando se habla de discapacidad intelectual, la referencia es a una desviación en torno a una variable de normalidad, alusión al Manual DSM. Dentro de prisión esta realidad convive sobreponiéndose a la diferencia. Esta diferencia está activa en todas las etapas durante el proceso, y es notable que los jueces suelan sustituir una medida privativa por otra no privativa si hay una discapacidad intelectual vs. a la enfermedad mental. El objeto, por lo tanto, de lo que debiera ser la política penitenciaria en temas mentales, lo tendríamos en rentabilizar el paso por el sistema- comentaba el ponente-. Frente a este objeto un problema fundamental está en el problema que subyace detrás de muchos casos sin diagnosticar, y que hay que tratar y resolver a la llegada al Centro Penitenciario.

Roca apuntaba una serie de cuestiones adheridas a esto: el presupuesto ético de la política criminal y penitenciaria, la dignidad de la persona, la prevención de la comisión de delitos por quienes tienen anulada la capacidad de motivarse por la norma, la preparación de la excarcelación en beneficio de los internos o la gran dificultad que supone la atribución de esta problemática para el Centro Penitenciario, que en el mayor parte de los casos, es un auténtico reto.

Para aproximar las cuestiones jurídicas a esta temática, el ponente habló de lo que denominó “La mesa de la ciencia”: qué hacer con el discapacitado intelectual, desde el punto de vista jurídico y del Derecho Penal. ¿Qué se va a hacer con esta persona? ¿Cuándo? ¿Cómo? Surge de nuevo el concepto de la imputabilidad que en la mayor parte de casos, el sujeto no tendrá capacidad para comprenderlo. Otra cuestión inherente es el presupuesto de la pena en la culpabilidad, y la imputabilidad en la capacidad.

Una revisión dual de conceptos y términos.

En todo estos procesos, no hay que olvidar –apuntaba Manuel Roca- que los derechos civiles de estas personas tienen que estar garantizados: la tutela o la curatela. Se siguió con más conceptos relativos a este eje temático: ¿pena o medida? Proporcionalidad y concepto de peligrosidad.

Un punto de inflexión en la sesión encontró cabida en la reflexión sobre la actual reforma que se está estudiando en el Código Penal y que afecta de lleno en el tratamiento entre la pena y la medida, así como en la posterior consecuencia de este tratamiento y las medidas de seguridad que se pudieran tomar, materializadas en la prórroga del período en el Centro Penitenciario, asumida por el juez. A la vista de algunas opiniones de los presentes, no se presenta como una medida especialmente exitosa, al menos en un principio.

Roca recordaba la realidad penitenciaria: “no hay un individuo puro, hay expedientes que tienen penas y medidas en distintos procesos, de forma que un sujeto en un proceso es imputable y en otro inimputable, por lo tanto la cuestión se complica demasiado.” Referencia al sistema vicarial y la desproporción en tiempo entre penas y medidas. Esta realidad penitenciaria aborda muchas más cuestiones: diagnostico inadvertido en el proceso, la mala prensa de las medidas, el diagnóstico y responsables en procesos rápidos, la imputabilidad en uno e inimputabilidad en otro. La etiqueta dual: hay internos en los que concurren una serie de variables con grandes picos de influencia.

En referencia a la relación jurídico penitenciaria, Roca aborda varias cuestiones: actos torpes, no se puede interactuar frente a la administración, incapacidad natural. Capacidad de obrar de la ley 30/92, ¿qué hace el centro penitenciario? Muchas menos habilidades, lo que supone una más y mejor formación del funcionario para el trato con el paciente (término reciente hacia estos internos). Guarda de hecho del director del Centro Penitenciario. Papel del educador y de su tutor. Limitaciones de actividades de la vida diaria, siempre en beneficio del interno. Mejora del ambiente, intervención del funcionario. Estrategia de autonomía personal, intervención específica. Punto de vista social: familias, cuestiones sociales y una gestión de tratamiento y preparación para la salida.

Antonio Viedma Rojas, profesor contratado Doctor en el Departamento de Sociología I de la UNED y director de este Curso, abordó la segunda sesión de la mañana y la última del ciclo, clausurando así las actividades relativas al mismo. Viedma fue vicerrector adjunto en esta Universidad y mantiene un vínculo estrecho con el entorno carcelario, no solo por sus funciones de vicerrector sino por sus estudios sobre el tema.

Antonio confesaba a los presentes la cantidad de dudas que el tema central del Curso le generaban. Dudas que aumentaron con el abordaje multidisciplinar por parte de cada técnico que pasó por la mesa de exposición. Muchas preguntas de fondo, quizás porque en su campo de trabajo, la Sociología, actualmente se encuentra en una situación mucho más embrionaria y no es tan fácil situarse y tener tantas certezas como en otras disciplinas. No obstante la justificación del Curso está más que motivada, era necesario un ámbito de reflexión pero entre esta reflexión y adoctrinamiento, hay un gran espacio -apostillaba Viedma- por eso la mirada global de un sociólogo ofrece una perspectiva diferente, proporciona alguna crítica.

El tema de su ponencia era: "Los usos sociales del tiempo en prisión: castigo, resistencia y salud mental" en alusión directa al uso social del tiempo. El ponente comenzó haciendo referencia a la salud mental, problemática que afecta a la base, cuestión transversal que toca la seguridad -comentaba-, y sin seguridad no hay convivencia, y sin convivencia no hay prácticamente nada. El trabajo sobre el tiempo es empírico, es científico. Los calendarios como metodología a la hora de la distribución y uso del tiempo, no tanto enfocados al cronos, sino como un acuerdo y medida del tiempo.

La educación en prisión; idea de aprovechar el tiempo como una cuestión con un sentido social, no solo como estrategia. ¿Porqué ese “aprovechamiento” del tiempo? -lanzaba esta pregunta Viedma- y es que en la cárcel, solo hay presente, ni pasado ni futuro. Para dar respuesta a esta pregunta se hizo alusión a John Pratt y su texto “Castigo y civilización”. La manera en que una institución castiga, define su grado de civilización. Construir la seguridad es un buen punto de partida, con esta construcción aparece el Estado, que dice cómo tiene que ser ese castigo. Se cede, por tanto, esta parte de individualidad y en contrapartida se obtiene seguridad. El individuo, por otro lado, se compromete a cumplir y aceptar las normas sociales. El Estado castiga a quienes se saltan y no cumplen esta norma. Llegamos al “acuerdo”.

Desde los castigos públicos de los primeros de las fases propuestas por Pratt, se pasa del castigo corporal en la calle, al encierro en la prisión, y con él, la invisibilización del castigo. Este proceso ha ido a más con el alejamiento de las instalaciones de las ciudades, otra fase está en la mejora de las condiciones de vida en prisión, dentro de una lógica de transformación de la cárcel en un espacio más civilizado. Se trata de dos coordenadas: el castigo y la civilización. Esto transforma la evolución dentro de la vida carcelaria. La cuestión de seguridad como primer principio dentro de la cárcel; la individual del propio preso y la de los funcionarios. El último paso es el desarraigo de la cárcel de la sociedad. La cárcel es un estigma y como tal se oculta.

La transformación fundamental del uso de la cárcel -comentaba Viedma- tiene que ver con el tipo de castigo, ¿en qué se basan las penas? En el tiempo. La pena es el tiempo. Y esta es una lógica de civilización, como expresión mayor de este concepto. Y todavía más: ahora lo que se pretende es cambiar al interno, dentro del uso de ese tiempo como manera de penar, castigo ejemplar. Aparece otra cuestión, la utilitaria del tiempo es dinero. El tiempo tiene unas características que sirven de intercambio. El tiempo es universal, es igual para todos, nos iguala. Se puede categorizar en función del delito. Las claves: el comercio del tiempo: por agravante se quita, por atenuante, se concede más tiempo. Trueque entre comportamiento a cambio de tiempo.

Viedma apuntaba que en prisión hay dos temporalidades que explican gran parte de los comportamientos de lo que allí sucede: la temporalidad del castigo que tiene que ver con la pena, el cronos y la temporalidad del retorno que se construye sobre el presente, sobre dos ideas: la espera y la rutina. Quien espera tiene el control. La espera es algo mucho más profundo; es la demostración de quién tiene el poder. La rutina tiene que ver con intentar anclar en el presente. Ese anclaje es el que hace que el castigo sea realmente castigo.

Por último se abordó la utilidad del acto de participación en la escuela pensando en la utilidad de futuro. Esto rompe la rutina, el anclaje del presente. Alusión a las metáforas: “perder el tiempo” o “aprovechar el tiempo”. Esta técnica de afrontamiento como resistencia mental del encarcelamiento, mejora la convivencia, concede una apariencia de normalidad y permite construir futuro. Lógica de civilización: lenguaje de transformación: preso-interno, o enfermo.

Viedma finalizó su ponencia a modo de conclusión de base sobre el PAIEM (Programa de Atención Integral de Enfermos Mentales en Centros Penitenciarios): "es una respuesta civilizada a un problema de seguridad”. La clave está en el punto civilizatorio de todo este proceso. Y lanzó varias preguntas a modo de reflexión ¿Y el Estado? ¿Dónde está en esta lógica del retorno? ¿Dónde está su responsabilidad?

Como broche final, la directora del Centro Asociado, Susana Blanco, clausuró, junto con Antonio Viedma, el Curso de Verano agradeciendo a los 150 matriculados, el interés y la buena participación durante este programa estival.

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